25-08-2020

SINDROME DE CABAÑA


Luego de una larga etapa de confinamiento, salir a la calle es un ejercicio al que, poco a poco, nos estamos enfrentando. Una rutina que hay que volver a adoptardespués de haber experimentado, en muchos casos, el  Síndrome de la Cabaña.

Luego de ya varios meses de cuarentena debido al Covid-19, la salud mental de muchas personas se ha visto afectada. Una situación que ha ido pasando por varios periodos, con diversas preocupaciones.

La primera etapa fue la de la restricción inicial, en que los factores de estrés tenían que ver con una serie de variables como la longitud inicial de la cuarentena, la gran cantidad de información en los medios, la pérdida de nuestras rutinas, las dificultades financieras, la incertidumbre de contar con  suministros necesarios,  la frustración y el aburrimiento.

Este periodo se caracterizó por distintos grados de frustraciones y angustias asociadas a la pérdida de contacto con seres queridos, obtener fuentes confiables de información y evitar el contagio del Covid-19. También, incertidumbre –en muchos casos– por los efectos económicos e  inestabilidad de las fuentes laborales.

“Pero hoy día entramos en otra etapa en que vamos a empezar a ver los efectos que ha dejado una restricción prolongada”.

Si bien la mayor parte de la gente lo ha podido sobrellevar, un número significativo de personas ha presentado algunos cambios y dificultades relacionadas con salud mental, que se clasificarían en dos grupos:

El primero está conformado por personas con trastornos psiquiátricos previos que experimentaron descompensaciones y el segundo corresponde a quienes presentaron nuevos trastornos psiquiátricos tales como:

  • Desórdenes de ansiedad
  • Trastornos del ánimo
  • Abuso de sustancias
  • Violencia intrafamiliar
  • Trastorno por estrés postraumático.
  • Estrés, burnout

Esta tercera etapa –que paulatinamente implica recuperar los hábitos y la vida rutinaria–, también tendrá inconvenientes por varias razones, pues no se retomará la rutina tal como era hasta antes de la pandemia, ya que nosotros y las cosas hemos cambiado. Estamos enfrentando nuevos desafíos, como la reciente expansión de un diferente modo de trabajar, la adecuación de la interfase físico-digital, además del clima emocional de tristeza y duelo que enfrentan muchas familias. Por lo tanto, será una especie de transición hacia algo progresivamente más definitivo.

“También pueden aparecer algunos síntomas en los primeros días, como tener dificultades en la conciliación del sueño, sensación de desapego, de fatiga constante, de dificultad para la concentración, ansiedad, irritabilidad, impaciencia y un ánimo inestable” advierte.

La experiencia de países nórdicos muestra que después de un tiempo prolongado de confinamiento se puede presentar el Síndrome de la Cabaña, situación en que los humanos comienzan a experimentar el desgaste de la falta de contacto con la naturaleza, el aislamiento social y las rutinas de encierro prolongadas.

Este síndrome de cabaña puede presentarse con baja en la motivación, dificultad para despertar, ansiedad, irritabilidad, siestas frecuentes, menos paciencia, decaimiento, desesperación y tensión, pero que debiera ceder gradualmente con el desconfinamiento.

El hecho de dejar el espacio de seguridad que otorga el hogar,  acostumbrados por meses a la rutina  de transitar por los mismos espacios, hacen que hoy salir al espacio público, con la rapidez vertiginosa de la calle y la incertidumbre de los nuevos cambios,  puedan generar  temor y ansiedad que habrá que enfrentar progresivamente haciendo una programación adecuada de la agenda y los ritmos horarios, recomienda la psicóloga de Clínica Alemana.

Entre las dificultades observadas están el deseo de evitar, aprensión, angustia, temor y ansiedad al momento de salir a la calle y, por ejemplo, tomar el transporte público o tener contacto con otras personas. Situaciones que podrían acompañarse de síntomas físicos como taquicardiasudor o hiperventilación.

Dentro de lo posible, se recomienda intentar que las salidas sean graduales, para ir experimentando poco a poco la sensación de control, logro y seguridad. También, confiar en la efectividad de las medidas de protección y resguardo  para evitar el contagio, pues es importante preocuparse por el cuidado y no aterrarse, de lo contrario la persona se arriesga a quedar inmóvil y congelada. Es esperable que exista un periodo de adaptación. “Estos síntomas deberían ir cediendo a lo largo del primer mes”.

En caso de que se prolongue en el tiempo y que limite considerablemente la calidad de vida, hay que consultar a un especialista. Una alternativa para estos pacientes es la telemedicina, en una primera etapa.

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